domingo, 25 de marzo de 2012

Se me fue la musa

Se me fue la musa. Todo porque me enamoré del policía local de mi barrio. Me gustaba tanto su sensibilidad, su libretita rosa de las multas. Mi familia se escandalizaba: Pero bueno! Una mujer casada como tú! Con hija y marido! Pero yo no podía oponer resistencia, me sentía irresistiblemente atraída hacia su pito, hacia su silbato de guardia urbano y mi corazón ardía de pasión. En el trabajo también fue un escándalo, la vampiresa pasé a llamarme y empecé a vestir ropa con estampados de leopardo, ajustada, muuuuuuuuuy ajustada.  Yo me quería poner el mundo por montera y lucía mi cuerpo de esta guisa pero mi musa empezó a no comprenderme, a rehuirme. Todo lo que escribía eran lugares comunes, cartón piedra y lloraba desesperada. Mi aspecto se volvía cada vez más grotesco, más alejado de lo común y empecé la primavera con medias de rejilla. Compré el carmín más rouge que encontré en el chino y pinté mis labios finos. Ahora vivo atormentada, mi poli me abandonó con mi musa, dijo que le espantaba mi vestuario. Imploré el perdón de mi familia, pero solo obtuve burlas y risotadas. Así que decidí subirme a los árboles como Cósimo Piovasco di Rondo y no me pienso bajar. Escribiré desde hoy historias planas, mi estilo se tornará naif y sin musa ni nada viviré feliz sentada a horcajadas en las ramas de un cedro libanés. Quizá me venza algún anochecer de primavera y el color azul oscuro que precede al negro de la noche haga que caiga en la nostalgia y te eche de menos, musa, pero sólo será un instante, el necesario para tomar impulso y saltar hacia adelante a lo Tarzán con mis chinelas de plata.