lunes, 19 de diciembre de 2011

Dejen que al menos escape la gata

Mostrador de carnicería, luz eléctrica irradiando sobre los trozos de carne despedazada, dándole un aspecto más fresco del que realmente tiene. Todo es cuestión de luminotecnia.
Separados por su procedencia, los pedazos se extienden a lo largo del mostrador: cordero por un lado, cerdo por otro, pollo, pavo… Cada uno tiene su espacio asignado, sin mezclarse con el resto. Cada cual con su leyenda, su cartelito, su precio.
Tú, ama de casa, llegas con tu carro comprado en el chino. Eres nueva en el pueblo y tienes que vencer tu timidez, tus reservas. Abrir la puerta y acceder.
Una vez dentro te sientes observada por el resto de ojos que miran indistintamente hacia el mostrador y hacia ti. Por un momento te das cuenta que has pasado a formar parte del mostrador y estas dentro. ¿Cómo he llegado hasta aquí? Y te acomodas, o más bien te arrebujas, entre el pavo y un trozo verde de planta de plástico que adorna por contraste el rojo de la ternera de al lado.
Tímida, pides la vez y los ojos que te miran, qué importa que sean otros ojos, son los de las habituales. Miradas expertas cargadas de prejuicios. Categorizar para vivir: “No me pongas la carne ya picada. Ponme de este trozo de aquí. Sí, es que me gusta que me la piques en el momento.”
Mar Muñoz, la carnicera, asiente paciente. Está acostumbrada a las desconfianzas. Sabe que son mecanismos de defensa y sabe también que no es por maldad, pero cuando después esta cortándote el cordero, astilla queriendo un trozo de hueso que te irá a parar al hueco de la muela y te hará recordarla en mitad de una futura comida.
Tú, ama de casa, nueva en el pueblo, sigues acodada entre el trozo de pechuga y el verde irreal, esperando tu turno, iluminada por una luz cualquiera, y entonces, otra iluminada por otra luz cualquiera se gira y te mira sonriendo pero con ojos tristes: Si puedes escapa.
¿Tiene alto el colesterol o es una pro vegetariana infiltrada?
Seguramente es una persona sensata a la que tú, entregada al júbilo del vuelo, a los festejos carnívoros navideños, no quieres escuchar. Escápate porque luego duele.
Y de pronto observas que un silencio se vuelca sobre la carnicería y  que los trozos de carne comienzan a levitar. El primero en lanzar su ataque es un pedazo de lomo de cerdo que va a parar directamente al ojo de la mujer que estaba pidiendo. La aguja de la chuleta explosiona el globo ocular y salpica de un líquido extraño el cristal del mostrador.
- ¡Aaaaaaaaaa!- Se la oye gritar.
Una torva de señoras valenciano-parlantes intenta escapar y pasarte por encima cuando un jamón serrano colgado por la pezuña se ladea violentamente y desnuca a la siguiente de la cola.
- ¡Mar! ¡La kriptonita!- Oye que grita una abuela de ojos azules y pelo morado.
Unas tiras de zarajos se deslían de su palo y van a rodear el cuello de la vieja hasta casi ahogarla.
- ¡La kriptonita!- se desespera- ¡La kriptonita!
Ristras de longanizas y chorizos empiezan a lanzar latigazos a diestro y siniestro y el silencio se transforma en la banda sonora de película de terror.
En ese instante la carnicera ya no es Mar Muñoz, sino Uma Thurman en Pulp Fiction y de debajo del mostrador saca una pistola de agua de su sobrino y rocía todos los pedazos levitantes de un líquido hormonado. Un sonido de gong acompaña a los pedazos hasta su sitio.
Alguien entreabre la puerta y se escapa la gata. Tú quieres ser la gata, cuando escuchas:
- La fiesta ha terminado. ¿Quién va?
¿Quién VA?
 ¡LA SIGUIENTEEEE!- Se  oye rugir a la carnicera con voz enronquecida.
- Yo- contesto tímida – La siguiente creo que soy yo.


6 comentarios:

  1. Creo que necesitáis venir a la ciudad y desconectar un poco del pueblo ese que os está haciendo mucho mal :-) Un beset.

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  2. Es que fuí a encargar la carne para navidad y...

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  3. Cuanto menos sorprendente!, no se que diria un psicoanalista de este relato-sueño. Si me encuentro con Ana en el pueblo le preguntare,(es psicologa, de la pandilla de mi cuñada, y a lo mejor se acuerda de algo de psicoanalisis). Saludos

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  4. La mujer que estaba pidiendo debía ser Daryl Hannah disfrazada y la pata de jamón,una katana en versión española. Los zarajos asesinos, son cosecha propia de la Tarantina-Emperadora, ya puesta, podías haber elegido una pescadería.
    No tinc paraules.

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  5. Querid@ guilopa, la próxima en una pescadería. De veres.

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