jueves, 9 de mayo de 2013

EL CUENTO DE LAS HABAS CONTADAS


Esto era un rico, pobre de espíritu, que, venido a menos, no podía pagar su hipoteca.
Esto era un pobre, rico de espíritu, que, al estar en paro, tampoco la podía pagar.
El rico, siguiendo su ideario político, había plantado lechugas en sus ventanas y cada día tomaba una hoja. Con lo que ahorraba en la cesta de la compra pagaba su hipoteca, guardaba la línea anhelando la vuelta de veranos de yate en Ibiza y se sentía congraciado con Cospedal.

El pobre se había dado por vencido. Varias letras impagadas auguraban un próximo desahucio y para compensarse de su desazón se entregaba a generosas viandas, a veces de habas con embutido… ¡Era un loco epicúreo!

Mientras esto sucedía el banquero de ambos, el que les concedió la feliz hipoteca, se jubilaba con ochenta millones de indemnización.

FIN

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